miércoles, 29 de septiembre de 2010

INCIDENTE EN LA BIBLIOTECA NACIONAL

Caminan José María Ibarrola y su inseparable compañero por el paseo de recoletos, en dirección a la Biblioteca nacional, esta mañana soleada de final de septiembre. Es la biblioteca un espacio no sólo cultural, sino de libertad, donde pueden leer libros de todo tipo, y comentar sobre cualquier tema sin miedo a ser sorprendidos por los grupos de milicianos armados que pululan por Madrid. Entre ello comentan lo dialogado el domingo anterior en la Nunciatura con el P. Alfonso Áriz: la desaparición de cinco redentoristas en las inmediaciones del Perpetuo Socorro: los hermanos Nicesio, Gregorio, Aniceto y Pascual y el padre Urruchi. Entran en la sala de lectura de la Biblioteca Nacional y se sientan uno al lado de otro. Toma José María un libro de Alarcón y mientras hace que lee comienza a rezar el rosario. De improviso se coloca enfrente otro hombre vestido de mono y saluda atentamente y con gran efusividad a ambos personajes; se tarta de otro redentorista, el P. Raimundo Tellería, y desde mediados de julio no se habían vuelto a ver: llevaba este un libro de Azaña, El jardín de los curas. Disimulando la lectura, van entrecruzando palabras:
- ¿Qué sabes de los hermanos Nicesio y Gregorio? – Pregunta Tellería.
- ¿Recuerdas que se refugiaron en la calle de Francisco de Rojas, en el piso de D. Lino Bru Vea Murguía? – Contestó Ibarrola.
- Sí, claro.
- Pues el portero exigió a D. Lino que los expulsara rápidamente de su piso. D. Lino, buen sacerdote y entrañable amigo se opuso, pero el H. Gregorio creyó que lo más prudente era irse a otro sitio.
- ¿Y D. Lino lo consintió?
- Se opuso y le dijo al portero que únicamente saldrían sobre su cadáver; y esa defensa le ha costado la vida, pues el día 15 de agosto fue llevado y su cadáver apareció el día 16 en el depósito de cadáveres.
- Y entonces, los hermanos ¿Qué hicieron?
- Pues fueron a una pensión, pero al no tener documentación, no les aceptaron. Y fueron a esconderse al almacén de la editorial del Perpetuo Socorro en la calle General Arrando. Allí estuvieron casi sin comer. María Ruiz, la doncella de la Varonesa de Rada les estuvo llevando comida; y viendo que el H. Nicesio estaba enfermo consiguió que los acogiesen la familia Quintanilla, en la calle Covarrubias nº 17. Parece ser que el portero de la casa los delató y el 14 de agosto se los llevaron a una checa instalada en el Palacio de Valdeiglesias, en la calle de Nicasio Gallego nº 19. Por las indagaciones que hemos hecho entre los círculos de relaciones de los miembros de esa cheka, parece que los mataron en la carretera de Valencia, en las inmediaciones de Vallecas la madrugada del 16 de agosto. Que en el piquete iban un tal Juan José Casas, José Mere, Manuel González Perlado, José Ferigal que fue quien condujo el coche; y José Cuenca. Que este último le contó a María Escolar, que vive también en la calle Covarrubias que “subió al coche, donde se hallaban, además de los citados, dos hombres más; que faltando dos o tres kilómetros para llegar a Vallecas, pretestó el chófer Ferigal una avería; que hicieron bajar a los dos detenidos, que resultaron ser sacerdotes; y que cuando se hallaban en tierra dispararon sobre ellos, matándolos; que dispararon: José Ferigal, Manuel González Perlado y el Casas, sin que el procesado, horrorizado en aquel momento, disparara”
(Sumarísimo 5473, Legajo 4162, Signatura 4790, p. 24) por lo que me ha contado María, de la impresión estuvo tres días enfermo, (Cf. Archivo del Ejército. Exp. Sumarísimos 5473 (Legajo 4162, Signatura 4790, pp. 7 y 24) y 6225 (Legajo 3111, Signatura 3711, p. 4) por la valentía de los dos ancianos; el H. Gregorio dijo a los milicianos: “Nos lleváis como los judíos a Cristo” y el H. Nicesio, antes de ser fusilado, abrazó al jefe del pelotón y dulcemente le reconvino: “¿No te da pena matar a un viejo que puede ser tu padre y aún tu abuelo?” y después les pidió que le dejaran rezar una oración y que después le podían disparar.
Serían como las 11 de la mañana y todavía hablando Ibarrola, sea abrió de par en par la puerta de la sala de lectura y “de improvisto se precipita en el salón una docena de milicianos, con pistolas ametralladoras algunos, con fusiles o simples pistolas otros. … ¡era una reunión fascista! … Procedieron al cacheo individual, [los] encerraron en otra sala de la Biblioteca, hicieron llamar a todos los empleados de la misma presentes o ausentes con quienes, según ellos, [estaban] en relación los presuntos fascistas, [los] repartieron en tres o cuatro grupos atendiendo a la diversidad de los documentos de identidad... A … Ibarrola le habían … clasificado en el grupo más general, el de los que no tenían documentos del Frente Popular; a [Tellería lo] pusieron entre tres o cuatro ferroviarios, que así debían de serlo como [Tellería] turco. Por remate de todo aquel alboroto había ido llegando al jardín de la Biblioteca camionetas y coches para trasladar a los peces de aquella redada a la Dirección de Seguridad” (Tellería, Madrid al rojo. Memorias personales durante la Guerra civil en Madrid, T. II, pp. 9-10).
* * *

En la Dirección General de Seruridad, situada en la puerta del Sol, en la Casa de Correos, existen dos fichas de 2 cadáveres sin identificar recogidos en el Ayuntamiento de Vallecas que dicen:
“Un hombre sin identificar de unos sesenta y cinco años, estatura 1,800, complexión fuerte, pelo blanco algo calvo, vistiendo traje negro a rayas, camisa blanca a rayas, tirantes azules, cinturón de cuero, calzoncillo blanco y largo, medias negras con la marca S. una cruz y R zapatillas negras y gorra marrón falleció en el kilómetro siete el día de ayer a las cinco horas próximamente a consecuencia de fractura de la base del cráneo según resulta de informe facultativo y su cadáver habrá de recibir sepultura en el Cementerio de esta localidad. Se le encontró una carta dirigida a Gregorio Zugasti domiciliado en Manuel Silvela catorce Madrid” (Registro Civil de Madrid, Sección 3ª, Tomo 57-31, folio 263 vto., Núm. 139).

“Un hombre sin identificar de unos ochenta años, estatura 1,800, pelo blanco, bastante calvo, vistiendo pantalón negro a cuadros, un chaqueta de dril color caki, camisa blanca a cuadros, calzoncillos blancos largo con las iniciales “N.T.” y una cruz, medias negras y botas negras de una pieza con elástico y gorra negra con dibujos falleció en el kilómetro siete de la Carretera el día de ayer a las cinco horas próximamente a consecuencia de fractura de la base del cráneo según resulta de informe facultativo y su cadáver habrá de recibir sepultura en el Cementerio de esta localidad. Además se le encontró un rosario y una medalla” (Registro Civil de Madrid, Sección 3ª, Tomo 57-31, folio 264, Núm. 140).

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